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Las expectativas en la crianza

LAM

Por: Psic. Fabiola García y Bárbara Mendez


Las nochebuenas son plantas originarias de México, sumamente representativas de las

fechas navideñas por el color de sus hojas tan característico, pero requieren atención y cuidados especiales desde su cultivo y crecimiento para que podamos ver y disfrutar estas plantas. Si esperamos que mantengan su color durante todo el año, no les damos los cuidados que requieren o simplemente las desechamos cuando ya no se ven de la forma en la que esperamos, podemos perdernos de su belleza, resultado de muchos cuidados.


Conforme van creciendo los niños hay actividades o tareas que son importantes a realizar, valores que aprender y conflictos que resolver, pero en ningún momento olvidar que van conforme su edad y sus posibilidades. Por un largo periodo la que viven en su mundo familiar, dándole valor a ciertas habilidades y las actitudes que ven a partir del ejemplo.

Es importante que ellos jueguen, se molesten, rían, sientan curiosidad, hagan un sinfín de preguntas y cometen lo que como adultos consideramos errores, aunque para ellos es el acercamiento hacia el aprendizaje de un mundo que sigue siendo desconocido para ellos, porque recordemos, como adultos ya pasamos por eso por lo que hay situaciones que para nosotros parecerían obvias, pero para ellos es parte del proceso de crecimiento.


Las expectativas son aquellas ideas que generamos sobre lo que pasará, esperamos y hasta verlas cumplidas, la esperanza de alcanzar cierto logro en la medida que se proporcionen las oportunidades deseadas para ello. Por lo que pueden referirse a la confianza que se siente que los hijos puedan alcanzar metas, se valoran explícitamente los esfuerzos y capacidades o las ideas irreales sobre quienes son ellos y lo que quieren.


Las expectativas pueden acercarlos a su próximo escalón de aprendizaje.

En la primera infancia los orienta a saber quiénes son, qué pueden alcanzar y valida sus capacidades, ya que como adultos fungimos como un espejo para ellos, por ejemplo, si mi sentir es que es un ser único, valioso y con habilidades increíbles y predominan en mí esas experiencias o creo que es un desastre y molesto, resaltando esas situaciones, él o ella se sentirá exactamente así. Las palabras, lenguaje corporal, cómo hablamos de ellos con otras personas, las respuestas frente a sus dificultades y logros, formarán la imagen que tienen de sí mismos.

Así que las las expectativas ayudan a alentar su desarrollo, como el esperar a que aprenda algo, esforzarse por brindar los espacios y estrategias para que lo logre, acompañado de la confianza y reconocimiento de sus logros en el proceso. Por ejemplo el esperar que aprendan a jugar ajedrez, requiere primero enseñarles la posición de cada una de las fichas, sus movimientos, la finalidad y por último las estrategias, es decir, es paso a paso con paciencia y ejemplo. No significa dar por entendido que saben cómo hacerlo y puedan aplicar estrategias sin antes cometer errores, preguntar y practicar.



Expectativas irreales

Por lo que hay expectativas que son irreales sobre los hijos, el esperar que las cumplan de la forma en la que se quiere nos limita a ver qué logros tienen en otros aspectos, el esfuerzo que están realizando y las habilidades que poseen. Por lo que puede haber situaciones en las que es importante preguntarse si esta preocupación o enojo es por mí, por lo que yo espero de mis hijos y si en verdad alcanzó a valorar quienes son realmente y lo que ellos pueden alcanzar por sí mismos.

Se les motiva a ser creativos, tomen decisiones, sean felices y responsables, pero cuando hay ruido o mucho movimiento se les detiene, se solucionan las cosas por ellos para evitar mayor lío o simplemente se les reprime por lo que parecería incongruente esperar que aprendan que si algo sucede, lo resuelvan y platiquen con papás cuando la respuesta más allá de escucha y responsabilidad será aversiva. Generar muy altas expectativas en ellos, les mostrará que aún con su esfuerzo, no será suficiente y serán adultos que se sobre exigen a sí mismos y a los demás o una baja autoestima.


Las expectativas requieren ir cambiando

Conforme van acercándose al espacio escolar, requieren de otras habilidades como trabajar en equipo, materias cada vez más completas y responsabilidades, por lo que pueden empezar a compararse con el logro que tienen sus pares y es entonces cuando las expectativas de los padres requieren ajustarse a la realidad y necesidades del niño, alentando, consolando si es necesario y acompañarlos en el proceso.

En la adolescencia están en la búsqueda de sí mismos, más allá de la orientación de los padres, encontrando en que personas se quieren convertir y que desean hacer, por lo que es un momento de altas y bajas, confusión, enojo y presión ambiental, en muchas ocasiones perdiendo el balance entre sus deseos, la idea de comerse al mundo y la realidad, requiere de tratarle con respeto y ayudarlo a organizar esas ideas y esas expectativas que ahora él se está generando.

Para esto se requiere cuidar y reconocer desde la infancia quienes son y confiar en que con esfuerzo lo pueden lograr. Por ejemplo:

1. Acepto y reconozco su individualidad

a. “Entiendo y veo que te gusta bailar”

2. Lo apoyo en sus dificultades, más no, las soluciono por el/ella.

a. “¿Qué te parece si te ayudo a estudiar para tu examen de matemáticas si es que realizaste todas tus tareas?”

3. Noto que quiere y puede hacer

a. “¿Prefieres que te inscriba a clases de fútbol o de danza?”

4. Reconozco su esfuerzo

a. “Estoy muy orgulloso/a, poco a poco estás subiendo tus calificaciones y disfrutas mucho tus clases”

5. Sé quién es y qué apoyo necesita para alcanzar a ser.

a. “Entiendo que esto te esté costando mucho trabajo y ahora se que te esfuerzas, así que cuentas conmigo”


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